El experto en educación en lenguas extranjeras, aconseja combinar su estudio con experiencias vitales
Dominar idiomas es importante…
Dominar ya no es sólo importante, sino imprescindible. Los beneficios son muchos, tanto a nivel social como de autorrealización. Sabemos que el inglés va a ser un requisito sine qua non para un porcentaje altísimo de los puestos de trabajo. Un análisis realizado con las ofertas de empleo publicadas a lo largo de 2010 en InfoJobs.net, revela que el 79,45% de las ofertas exigían dominar el inglés, como requisito principal. El francés, era un requisito para el 12,66%, de los casos, seguido del alemán, en un 6,9%.
¿Existe anglofilia?
Es evidente que el inglés es el idioma de los negocios, de Internet y de los medios de comunicación, por lo que en estos sectores se posiciona claramente como el idioma del futuro. Los españoles utilizamos cada vez más terminología inglesa para escribir un post, un blog, o recomendar a un amigo la aplicación Farmville a través de Facebook.
¿Cual es el país más demandado?
Inglaterra y EE.UU. se llevan más del 70% de los alumnos.
¿Cuál es la edad idónea para empezar a estudiar idiomas?
A cualquier edad se puede empezar a aprender un idioma, sin embargo a partir de los 14 o 15 años la dificultad de aprender idiomas se incrementa.
¿Clases particulares o un mes en el extranjero?
Todo suma. Y de hecho deben ser dos vías compatibles. El hecho de que los alumnos salgan al extranjero les hace más autónomos, tolerantes y flexibles para adaptarse a cualquier situación. El aprendizaje de un idioma suele ser un beneficio colateral, ya que conlleva otros beneficios. La experiencia deja un poso en el alumno muy interesante. Pero paralelamente, los idiomas son bastante desagradecidos y hay que macharlos durante el año, porque si no, se nos van.
¿Cuál es la mejor edad para mandar a los hijos a estudiar al extranjero?
Cada niño es un mundo. Soy de la opinión de que la primera experiencia debe ser muy meditada, así como estar bien planificada. Sin necesidad de ser muy ambiciosos con los objetivos, lo importante es que los alumnos vuelvan con ganas de repetir la experiencia. Entonces, con una buena planificación educativa, se construye el idioma: verano a verano. Por otro lado, cuanto antes mejor, porque la capacidad de aprendizaje y adaptación de un alumno de ocho años es altísima.
¿Qué fórmulas existen?
Actualmente estamos observando una evolución del mercado hacia la variedad y sofisticación. De los cursos tradicionales en residencias o familias, hemos pasado a verdaderas experiencias vitales, como buceo en la Gran Barrera de Coral australiana, esquí en Nueva Zelanda, visita al Kilimanjaro, fotografía en las Islas Fiji, construcción de pozos en Camboya, aprender liderazgo en Tailandia, ayudar a la reconstrucción de Nueva Orleans o surcar las Islas Vírgenes Británicas en un velero.
¡Yo también quiero aprender idiomas!
Un padre puede pensar que más que cursos formativos, se trata de viajes maravillosos, pero la realidad es que enriquecen al participante en una triple vertiente: lingüística, relaciones humanas y labor social. El cuanto al beneficio que aporta como experiencia humana, es muy alto. A los chicos les cambia la perspectiva de la vida.
Los padres también notarán un cambio: en el bolsillo.
Es un gasto importante pero planificable. Y la horquilla de precios es casi ilimitada. También hay que tener en cuenta las ayudas estatales y autonómicas, en forma de becas. Pero más que un gasto, es una inversión. El esfuerzo merece la pena.
Ocurre que en el extranjero se encuentra un grupo de españoles y en vez de aprender idiomas, lo único que hacen es pasarlo en grande.
En muchos casos es cierto. Yo recomiendo programas de no más de 180 participantes, con un 15% de alumnos españoles. En casa también hay que trabajar la importancia de relacionarse con niños de otras nacionalidades. Es clave.
¿Qué ventajas ofrece un internado?
La mejor preparación para la vida. La educación en un internado se ha convertido en una excelente oportunidad para desarrollar competencias sociales, además de disfrutar de una calidad de enseñanza de altísimo nivel. Se trata de una formación completa, en la que los alumnos aprenden y fomentan valores como la tolerancia, el respeto, la responsabilidad, la confianza en uno mismo y la madurez.
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