sábado, 21 de febrero de 2009

Cuidado con el portuñol!

Que no siempre las cosas son como parecen es una de esas máximas que, aún por evidentes, El Viajero Ilustrado evitará generalmente descartar. Cualquiera que de niño se haya divertido con el juego de los siete errores sabrá que los detalles a veces hacen la gran diferencia. Y eso es lo que ocurre entre los idiomas español y portugués. La lengua latina madre les da el toque inicial, pero los usos y las costumbres han creado fronteras entre un idioma y otro, que a veces llegan a significados totalmente opuestos. La mayoría de esas particulares y encontradas connotaciones se originaron en las naciones de España y Portugal, pero han peregrinado con sus ambigüedades hasta el cono sur de América.

En principio, cuando El Viajero llega, por caso, a Lisboa, y la guía que lo recibe en el aeropuerto le dice, sin ningún guiño, que será alojado en un hotel espantoso, deberá ponerse contento. Espantoso se toma como en la segunda acepción del castellano, a contramano de la primera: maravilloso, asombroso, pasmoso. Pero si en cambio le dice que es exquisito, es mejor que lo piense bien, porque ese vocablo en portugués connota raro o excéntrico.

De la misma manera, será mejor que el turista avezado no pida una habitación barata, ya que este término no está asociado con gastar menos dinero, ni con liquidaciones, cómo en España, sino que quiere decir cucaracha. El atrio del hotel es el vestíbulo o la entrada y a la hora de partir le pedirán probablemente una assinatura, que es simplemente una firma, y no un gasto pendiente.

Con las comidas puede haber algunos enredos idiomáticos que El Viajero sabrá deslindar: una batata es una papa, un polvo es un pulpo, y aceptará sin dudar un presunto, que no es la presunción de nada, sino un rico jamón serrano. Pero nunca pedirá un jugo exprimido, que exprimir es igual a expresar en la lengua de Pessoa. La confusión puede complicarse aún más a la hora de los vinos: si le hablan de una bodega en portugués, ojo: pueden referirse a una porquería.

Con los medios de transporte hay que tomar también las precauciones necesarias. Ellos llaman camioneta o autocarro a los colectivos o autobuses. Un paseo en coche es una vueltita en un carruaje antiguo, lindo para las viejas callecitas pero incómodo para alquilarlo por una semana. Y cuidado con la más complicada de las confusiones en este aspecto: si le dicen que traiga un paquete a la Argentina no acepte, salvo que sea marino.

Paquete, en portugués, significa transatlántico.

Entre los enredos más enojosos, el culto viajante sabrá distinguir también

algunos relacionados con la salud, como

constipado, que allí significa engripado y es usado por la gente con total naturalidad, aunque en la Argentina suene tan feo. Sobre todo si se le suma que contagiar en portugués, también se dice contaminar.

A la hora de las relaciones sociales, si le hablan de aborrecer, El Viajero sabe que nadie lo esta odiando, pero puede ser que los esté aburriendo y, si lo presionan para aceitar algo, quieren decir aceptar, sin ningún óleo de por medio.

Un rato es un ratón y un romance una novela. O sea: si le proponen un romance de un rato, no se altere, le están ofreciendo ver una novela con ratones.

Pegar es tomar y tirar es sacar, entre otras diferencias tajantes de lo que suena tan familiar en español. Y en países lusohablantes como Brasil, Portugal, Angola, Cabo Verde o Mozambique no deje nada librado al azar. En portugués simplemente significa mala suerte".

Extracto tomado de Clarín.com » Edición Domingo 17.04.2005 » Viajes » Cuidado con el portuñol- http://www.clarin.com/suplementos/viajes/2005/04/17/v-01302.htm

Ventajas y desventajas de cursos intensivos vs cursos anuales

Escoger entre un curso intensivo y un curso anual

En el último cuarto de siglo, las innovaciones en el campo de la electrónica y la informática, han conseguido que actividades, tanto dentro del seno de la empresa, como en la vida cotidiana, que las cosas que antes tomaban su tiempo ( lo de aquel “Las cosas de palacio van despacio”), hayan pasado a realizarse en tiempos que antes parecían impensables.


Desgraciadamente nuestro ritmo de vida se ha acelerado hasta tal punto que lo hacemos todo a velocidades realmente vertiginosas y lo queremos todo ya.


En esta línea se mueven los famosísimos cursos intensivos de idiomas, los llamados “aprenda en mil palabras”, o métodos que aseguran que sin gramática alguna se pueden conseguir grandes resultados. Estos cursos lo que intentan es conseguir captar a un alumno que con urgencia pretende lograr un suficiente dominio del idioma como para ser capaz de desenvolverse con soltura en muy pocos meses.


Sin ánimo de ser peyorativos con algunas de estas opciones de cursos Express que hemos nombrado, desde nuestra experiencia docente, creemos sinceramente, que no existen modos de aprendizaje rápidos y eficaces a menos que consistan en “soltarle” a uno en un país de ese habla y sin un solo español en 10.000 Km a la redonda.


En general cualquier curso intensivo, se parece bastante a un niño que estudia la víspera del examen para sacárselo de encima en la evaluación.


En ambos casos el resultado es el mismo: vale para ir capeando el temporal y salir del paso, pero la mitad de los conceptos quedan aprendidos a medias, se olvidan con facilidad o se aprenden erróneamente (y en este último caso el perjuicio es enorme, ya que eliminar los errores adquiridos es más difícil que aprender desde cero), además de tener nociones sesgadas y la falsa sensación de control.


En la mayoría de las ocasiones, alumnos encuestados tras hacer cursos intensivos, y que aseguraban tener grandes conocimientos del idioma estudiado, dejaban al descubierto tras un sencillo test de nivel, deficiencias tan graves como el uso incorrecto de verbos auxiliares o de uso muy frecuente, (SER/ESTAR/HABER/IR/QUERER), el desconocimiento generalizado de verbos modales, o cosas tan básicas como expresarse de forma sencilla en presente, pasado y futuro, (lo que todos llamos vulgarmente hablar como los indios).

En definitiva los alumnos creían tener niveles muy buenos y la realidad era que tanto en el escrito como en el oral, sus niveles de comunicación dejaban mucho que desear.


En muchos de estos casos, sobre todo cuanto más nos alejamos del inglés, nos encontramos con situaciones muy comunes de profesionales cuyos conocimientos han sido adquiridos solamente a través de cursillos rápidos.


Llegado cierto momento, y con el trato diario con los clientes que les ayuda a soltarse a hablar, se crea una falsa sensación de autodominio y de este modo pasan a creer que lo que para ellos ya es fácil (hablar sin pensar en las estructuras gramaticales que usan erróneamente) para los demás también.


Resumiendo: no son conscientes del enorme esfuerzo de concentración que requiere por parte de sus interlocutores el interpretar lo que intentan decir, y en ocasiones, que de la mala interpretación de sus palabras pueda surgir la no consecución de los objetivos marcados durante una reunión comercial.


Lamentablemente y para todos aquellos amantes de los cursos Express, hemos de decir que, si bien es cierto que cuando la necesidad acucia, lo que impera es resolver el problema y a ser posible lo antes posible, también es cierto que si se dispone de tiempo, no recomendamos desde nuestra humilde opinión el uso abusivo de estas técnicas.


En igualdad de condiciones, si tenemos dos alumnos que tienen 700€ cada uno para hacerse un curso de Inglés, Francés, Alemán, Portugués… o el idioma que sea que necesiten, aprenderá más, aquel de los dos que utilice sus 700€ para tener 1 hora semanal de clase durante 1 año seguido, que aquel que con ese dinero e igual número de horas, se haga un curso intensivo de 3 meses.


Para nuestra desgracia el cerebro necesita tiempo para asimilar las cosas que se le enseñan y eso significa tiempo.


Si desea aprender, recuerde siempre, que el lema en idiomas, es que lo que importa no es la cantidad, sino la continuidad.

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