Que no siempre las cosas son como parecen es una de esas máximas que, aún por evidentes, El Viajero Ilustrado evitará generalmente descartar. Cualquiera que de niño se haya divertido con el juego de los siete errores sabrá que los detalles a veces hacen la gran diferencia. Y eso es lo que ocurre entre los idiomas español y portugués. La lengua latina madre les da el toque inicial, pero los usos y las costumbres han creado fronteras entre un idioma y otro, que a veces llegan a significados totalmente opuestos. La mayoría de esas particulares y encontradas connotaciones se originaron en las naciones de España y Portugal, pero han peregrinado con sus ambigüedades hasta el cono sur de América.
En principio, cuando El Viajero llega, por caso, a Lisboa, y la guía que lo recibe en el aeropuerto le dice, sin ningún guiño, que será alojado en un hotel espantoso, deberá ponerse contento. Espantoso se toma como en la segunda acepción del castellano, a contramano de la primera: maravilloso, asombroso, pasmoso. Pero si en cambio le dice que es exquisito, es mejor que lo piense bien, porque ese vocablo en portugués connota raro o excéntrico.
De la misma manera, será mejor que el turista avezado no pida una habitación barata, ya que este término no está asociado con gastar menos dinero, ni con liquidaciones, cómo en España, sino que quiere decir cucaracha. El atrio del hotel es el vestíbulo o la entrada y a la hora de partir le pedirán probablemente una assinatura, que es simplemente una firma, y no un gasto pendiente.
Con las comidas puede haber algunos enredos idiomáticos que El Viajero sabrá deslindar: una batata es una papa, un polvo es un pulpo, y aceptará sin dudar un presunto, que no es la presunción de nada, sino un rico jamón serrano. Pero nunca pedirá un jugo exprimido, que exprimir es igual a expresar en la lengua de Pessoa. La confusión puede complicarse aún más a la hora de los vinos: si le hablan de una bodega en portugués, ojo: pueden referirse a una porquería.
Con los medios de transporte hay que tomar también las precauciones necesarias. Ellos llaman camioneta o autocarro a los colectivos o autobuses. Un paseo en coche es una vueltita en un carruaje antiguo, lindo para las viejas callecitas pero incómodo para alquilarlo por una semana. Y cuidado con la más complicada de las confusiones en este aspecto: si le dicen que traiga un paquete a
Paquete, en portugués, significa transatlántico.
Entre los enredos más enojosos, el culto viajante sabrá distinguir también
algunos relacionados con la salud, como
constipado, que allí significa engripado y es usado por la gente con total naturalidad, aunque en
A la hora de las relaciones sociales, si le hablan de aborrecer, El Viajero sabe que nadie lo esta odiando, pero puede ser que los esté aburriendo y, si lo presionan para aceitar algo, quieren decir aceptar, sin ningún óleo de por medio.
Un rato es un ratón y un romance una novela. O sea: si le proponen un romance de un rato, no se altere, le están ofreciendo ver una novela con ratones.
Pegar es tomar y tirar es sacar, entre otras diferencias tajantes de lo que suena tan familiar en español. Y en países lusohablantes como Brasil, Portugal, Angola, Cabo Verde o Mozambique no deje nada librado al azar. En portugués simplemente significa mala suerte".
Extracto tomado de Clarín.com » Edición Domingo 17.04.2005 » Viajes » Cuidado con el portuñol- http://www.clarin.com/suplementos/viajes/2005/04/17/v-01302.htm
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